Ese paraíso es el Lanzarote de finales de los años sesenta, aquél con el que se reencontró el artista Cesar Manrique y que ideó como un lugar idílico, donde arte y naturaleza fueran de la mano. Su pérdida, que al mismo tiempo supuso su prosperidad económica, viene marcada por la industria del turismo que, con los años, le ha ido dando la espalda construyendo un paraíso artificial.

Mientras, la Isla mantiene un último regazo, una especie de conciencia… las huellas de un mundo con fecha de caducidad.

Pero Holidays no juzga ni critica, se limita a mostrar, planteando preguntas, retratando mundos antagónicos que al mismo tiempo se cruzan. Es una película que huye de cualquier maniqueísmo, donde turistas y oriundos representan la convivencia, a veces complicada, entre progreso y tradición.