El realizador presenta en la muestra su «opera prima», basada en hechos reales

«Todo el mundo sabe que, en la vida, cada acto tiene su consecuencia». Tan contundente frase es el «leit-motiv» que hilvana la opera prima de Álex Quiroga, «Sucedió en España», una cinta basada en sucesos reales que en su día dejaron anonadados a la opinión pública y que ayer presentó en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Quiroga construyó esta cinta a partir de varias historias que, o bien le fueron contando, o bien leyó en los periódicos.

Marta Hurtado de Mendoza

Madrid- «Leo muchísimo los diarios y me proporcionan constantemente ideas. Me fascina la relación que se establece entre la realidad cotidiana y el séptimo arte», desvela Quiroga. Este director novel está exultante. Su primera obra se proyectó ayer en el Festival de Huelva en su Sección Oficial de La Rábida y tiene previsto su estreno para el próximo viernes en varias ciudades españolas: «Sería aburrido enumerar todos los sitios a los que remití mi cinta, y cuántos de estos envíos no provocaron respuesta. Puede no resultar estimulante la historia de un filme que se enfrenta a problemas de distribución. Pero sí lo es para mí el apoyo que he recibido del equipo. La llamada del Festival de Huelva fue de una alegría irrepetible». Quiroga, por un lado, habla de la crudeza de un harapiento mendigo que declara sin remordimiento cada uno de los crímenes que ha cometido. Le llaman «El ganchero», por el amor incontrolable que siente por su gancho, con el que destripa a quien se le pone por delante y le incita al pecado. «Son hechos brutales que recogió la Prensa. Este mendigo es conocido como “El arropiero”, yo le he cambiado el apodo, pero la recreación de los asesinatos parte de hechos reales», matiza el director. Por otra parte, nos encontramos con un periodista atormentado por no haber sacado a la luz una noticia sobre la muerte de un niño a manos de una secta. La parte humorística la aporta la historia del afamado pintor barcelonés que hace pasar por un alto cargo político a una meretriz sueca delante de toda la alta sociedad catalana. El discurso del supuesto alcalde barcelonés sobre las similitudes entre el arte y los móviles es hilarante: «El humor está muy presente en mi película. Hay ciertos elementos sin los que es casi imposible que una historia funcione bien. Por eso el sexo también está muy presente». El cuarto relato es el que más interés suscita para Quiroga: «Investigué un caso de malos tratos a una mujer de un pueblo castellano, Riaza. Después de mucho buscar la encontré. Es un tema muy crudo, pero creo que refleja muy bien la situación que se vivía en los pueblos más recónditos de España en épocas difíciles». En la primera película del director el asesinato y la brutalidad se hermanan y lo sobrenatural está muy presente: «En alguna de las historias que planteo no puedo ni atreverme a dar nombres. Son situaciones que están muy presentes en Barcelona…», relata. A pesar de narrar cuatro relatos diferentes, el director no ha buscado un nexo de unión claro: «Mi intención era salir a la calle, cruzarme con personas y dar testimonio de que cada una tiene su vida. Eso sí, las casualidades son vitales».

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