El Festival Internacional de Cine en Guadalajara vuelve a convertirse, una edición más, en punto de unión para lo mejor del cine en castellano y portugués. Del pasado 6 al 14 de junio, la celebración demostró el gran valor, calidad y diversidad de producción de nuestro audiovisual premiando a ocho países iberoamericanos de los doce que conforman el palmarés de ganadores.
El galardón a la Mejor Película Iberoamericana de ficción fue para la brasileña O último azul, dirigida por Gabriel Mascaro: una obra repleta de poesía visual que aborda, a través crítica social y ecológica, el deterioro al que está sometido el sur del continente. Entre las producciones más aclamadas, A melhor mãe do mundo, coproducción entre Brasil y Argentina, arrasó con tres reconocimientos: Mejor Actuación para Shirley Cruz, Mejor Fotografía para Lílis Soares y Mejor Guion para Anna Muylaert, quien también dirige la cinta, erigiéndose como una de las grandes triunfadoras del certamen. De la misma manera, Sorda (Eva Libertad, España) se hizo con el premio a Mejor Dirección y Molt Lluny (Gerard Oms, España) cosechó los galardones a Mejor Ópera Prima y una mención honorífica a Mejor Película en la sección Maguey, dedicada al cine queer. En esta sección, resultaron victoriosas las obras Sabar Bonda (Rohan Parashuram Kanawade, India) como Mejor Película, Lesbian Space Princess (Emma Hough Hobbs; Leela Varghese, Australia) como Premio del Jurado, al que se sumó una mención honorífica a para Un mundo para mí (Alejandro Zuno, México); y la interpretación de Denise Weinberg en O último azul, obteniendo el segundo trofeo para la cinta. Asimismo, la intérprete chilena Daniela Vega (Una mujer fantástica) fue reconocida como Queer Icon.
En la categoría documental, la polémica Tardes de soledad (España), del catalán Albert Serra, conquistó al jurado con su retrato del torero peruano Andrés Roca Rey, llevándose el premio al Mejor Documental Iberoamericano tras triunfar en festivales de referencia como San Sebastián, donde se hizo con la Concha de Oro. En esta misma sección, Misha Vallejo Prut (Eco de luz, Ecuador) se hizo con el trofeo a Mejor Dirección y Oriol Barcelona, Nauzet Gaspar, Àlvar Riu, Diego Trenas y Arnau Valls Colomer consiguieron el de Mejor Fotografía por La guitarra flamenca de Yerai Cortés (Antón Álvarez, España).
En el terreno nacional, el Premio Mezcal a la Mejor Película Mexicana fue otorgado a Llamarse Olimpia, de Indira Cato, un retrato íntimo y reivindicativo de la activista Olimpia Coral Melo, figura clave detrás de la 'Ley Olimpia' contra la violencia digital de género. Doce lunas fue distinguida con los premios a Mejor Dirección, a cargo de Victoria Franco, y Mejor Fotografía, para Sergio Armstrong. Emiliano Zurita recibió el reconocimiento a Mejor Actuación por su papel en Autos, mota y rocanrol. Boca vieja, de Yovegami Ascona Mora, cautivó tanto al público como al jurado joven, recibiendo ambos premios y obteniendo además una mención honorífica a Mejor Película.
Marcando un hito, el festival introdujo por primera vez una sección dedicada al cine de género - fantasía, terror y ciencia ficción-, cuyo premio fue para la peruana Los inocentes, dirigida por Germán Tejada. En tanto, la crítica internacional reunida en la FIPRESCI distinguió a la mexicana En el fin del mundo, de Abraham Escobedo-Salas, por su sensibilidad poética y fuerza expresiva, de la misma manera que FEISAL (Federación de Escuelas de Imagen y Sonido de América Latina) hizo lo propio con la chilena Patio de chacales (Diego Figueroa).
Entre otros reconocimientos, destacaron también la concesión del galardón al Mejor Cortometraje Iberoamericano a Las voces del despeñadero (México, Irving Serrano; Víctor Rejón), junto con la mención honorífica al corto español De Sucre (Clàudia Cedó) y la victoria de Olivia & las nubes (Tomás Pichardo Espaillat, República Dominicana) como Mejor Largometraje de Animación, acompañado de la mención honorífica a Endless Cookie (Seth Scriver y Peter Scriver, Canadá).
Soy Frankelda, primer largometraje mexicano en técnica stop-motion, dirigido por Roy y Arturo Ambriz con el respaldo de Guillermo del Toro, fue el encargado de abrir el festival. Inspirada en la literatura gótica y fantástica, la cinta encantó al público con su estética inquietante y su imaginativa apuesta por el terror infantil de raíz mexicana.
Portugal, país invitado de honor, enriqueció la programación con más de 30 películas y la presencia de figuras destacadas como João González, nominado al Oscar. Además, el FICG extendió su alcance al mundo digital con el lanzamiento de FICGames, una nueva sección dedicada al videojuego y la narrativa interactiva.
Las actividades paralelas ofrecieron una rica variedad: exposiciones sobre lucha libre, jazz, cine animado portugués y una emotiva retrospectiva que celebró cuatro décadas del festival. En el ámbito institucional, la directora del FICG, Estrella Araiza, resaltó la función de los festivales como espacios de resistencia cultural frente a la hegemonía de los algoritmos: 'Una de las labores sustantivas de los festivales de cine es vencer al algoritmo', sentenció.
En lo respectivo a los homenajes, la actriz Dolores Heredia fue galardonada con el Mayahuel de Plata por su trayectoria, y en su discurso denunció la marginación de las mujeres mayores en la industria cinematográfica. El director español J. A. Bayona recibió el Mayahuel Internacional, reafirmando el carácter iberoamericano de esta fiesta del cine.
Con una propuesta que conjuga la mirada crítica, la pluralidad de voces y una firme apertura a los nuevos lenguajes audiovisuales, el FICG 2025 consolidó su lugar como punto de encuentro imprescindible para el cine iberoamericano y como un poderoso impulsor de las historias que configuran nuestro presente.